“Nacer, crecer, reproducirte y morir”. Usualmente es lo que responderían si preguntasen por el ciclo de la vida. Pero para ti significa mucho más que eso. El cuerpo femenino atraviesa cambios constantes, tanto físicos como químicos, y percibirlos es naturalmente inquietante. Aunque los procesos sean los mismos, es una experiencia particular de cada mujer desde la menarquia hasta la menopausia y cada una de las etapas requieren una atención especial.

Menarquia

Cuando las niñas se convierten en adolescentes después de su primera menstruación es recomendable que se comience a realizar al menos un chequeo ginecológico anual. Mediante este procedimiento se supervisa el sistema reproductor para descartar disfunciones previniendo que a futuro se conviertan en complicaciones mayores. Además, la adolescente puede obtener información sobre inquietudes de forma confidencial con el profesional que la asiste.

Inicio de la vida sexual

A partir de la primera relación sexual el control ginecológico está orientado a la prevención de embarazos no deseados, métodos anticonceptivos y de barrera, también para dar cabida a información acerca de cómo evitar contagios de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Estas visitas también pasan a incluir una citología requerida para ser analizada a fin de prevenir el cáncer de cuello uterino.

Menopausia

El cuerpo es el templo de cada individuo. Para las mujeres, crecer y evolucionar es un viaje a través de la vida y de ella misma, por lo cual cuidar de sí es fundamental. Entregar la salud a manos expertas es una garantía de bienestar.